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¿Qué hago si… le duele la cabeza?

El dolor de cabeza (cefalea) es un síntoma muy frecuente en los niños. Hasta el 75% de los niños sufrirá algún episodio de dolor de cabeza significativo antes de los 15 años. La mayoría de las cefaleas en los niños son BENIGNAS y no necesitan ningún estudio, ni tratamiento especial.

¿Por qué se produce?

El dolor de cabeza la mayoría de las veces es un síntoma más de procesos infecciosos de los niños: catarro, gripe, gastroenteritis, otitis, sinusitis, faringitis… Otras veces, el cansancio, la falta de sueño o el estrés son los desencadenantes.

Algunos niños pueden tener dolor de cabeza de forma repetida. La migraña y la cefalea tensiones (por estrés) son las causas más frecuentes de esta cefalea recurrente. 

¿Cuáles son los síntomas?

Según la edad del niño, este será capaz de describir con mayor o menor detalle las características del dolor. Además de la cefalea propiamente dicha, a veces pueden tener vómitos, náuseas, cansancio, sensación de malestar ante luces (fotofobia) o ruidos (sonofobia), o disminución del apetito e interrupción de la actividad habitual del niño. Los niños pequeños muchas veces no se quejan de dolor, pero están decaídos, tristes, irritables o sin ganas de comer.

El dolor no es siempre igual, cuando los niños son mayores son capaces de describir si sienten pinchazos o una sensación de que les están apretando la cabeza, si es un dolor pulsátil, si les duele solo una parte o toda la cabeza, etc. Algunos tipos de cefaleas presentan síntomas más complejos como alteraciones de la visión, la sensibilidad o la fuerza, inestabilidad en la marcha; en estas circunstancia siempre tiene que consultar con su médico.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico del dolor de cabeza se basa en una historia clínica detallada (tipo de dolor, evolución, frecuencia, duración y horarios, intensidad, factores precipitares, síntomas acompañantes…)y una exploración física general y neurológica. En la mayoría de las ocasiones no será precisó realizar otras pruebas adicionales.

A veces los antecedentes familiares ayudan a establecer el diagnóstico, como en el caso de las migrañas.

Si los episodios de dolor de cabeza se repiten periódicamente en vuestro peque es interesante llevar un registro mensual o calendario de cefaleas para que el pediatra pueda definir mejor los episodios y desencadenantes.

¿Cuándo debo consultar?

Se debe consultar al pediatra si:

  • Menos de 5 años y no tiene ningún proceso infeccioso en ese momento (no está acatarrado ni tiene fiebre)
  • No cede con los fármacos analgésicos habituales.
  • Dolor es muy intenso y aparece bruscamente.
  • Tiempo de evolución corto y curso progresivo (es cada vez más fuerte)
  • Le despierta  por la noche.
  • Interfiere con su actividad cotidiana (juego, estudio).
  • Se acompaña de vómitos persistentes, sobre todo matutinos.
  • Si el niño duerme mucho, más de lo habitual, o es difícil despertarle.
  • Si el niño tiene fiebre, se queja de dolor de cabeza intenso y vomita varias veces.
  • Si el niño tiene otros síntomas neurológicos persistentes: ve mal, no mueve bien los brazos o las piernas, camina o habla con dificultad.
 

¿Cómo se trata?

La mayoría de las cefaleas pueden ser tratadas en el domicilio y no es necesario consultar. Algunos consejos ante el dolor de cabeza son: 

  • El niño debe estar en un sitio tranquilo, sin muchos ruidos ni luz.

  • Intentar que se acueste y descanse.

  • Evitar pantallas. No es conveniente que el niño vea la televisión ni que juegue con la videoconsola.

  • Utilice el analgésico recomendado por su pediatra (paracetamol o ibuprofeno)

  • Si se identifican situaciones que los empeoran (como comer determinados alimentos, el exceso o la falta de sueño) se tratarán de evitar.

¿Cómo se puede prevenir?

Existen algunos consejos generales que pueden ayudar a prevenir el dolor de cabeza:

  • Dormir las horas suficientes y mantener unos horarios de sueño regulares.
  • Hacer cinco comidas al día, evitando el ayuno prolongado.
  • Mantener una hidratación adecuada.
  • Realizar ejercicio físico de forma regular, evitando las últimas horas del día antes de acostarse.
  • En aquellos casos en los que se identifique el estrés como factor desencadenante, se puede valorar un abordaje psicosocial adecuado, reordenando las actividades cotidianas y ayudando a un mejor manejo del estrés por parte del niño o adolescente.