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Cereales en la alimentación infantil

La incorporación de #cereales en la alimentación complementaria siempre os genera muchas dudas.

¿Cómo lo hacemos? Pregúntate ¿cómo comes los cereales tú? ¡Pues igual! Pan, pasta, avena, quinoa, maíz… esto son cereales. Lo ideal es priorizar siempre los cereales que consumimos habitualmente en la familia.
 

¿Qué son?

Los cereales son una fuente de energía (por su contenido en hidratos de carbono) y fibra. También aportan proteínas de origen vegetal, ácidos grasos esenciales, vitaminas (del grupo B)  y minerales (rico en hierro no hemo). Todo esto siempre y cuando  se aporte el grano del cereal COMPLETO, integral.. Por este motivo, la AEP (Asociación Española de Pediatría) y la OMS recomienda dar preferencia a aquellos con el grano completo (es decir, cereales integrales), ya que así son más nutritivos y más saludables. Estamos aportando todos los nutrientes (y entre ellos el hierro), siendo beneficioso para prevenir de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus 2 e incluso el cáncer.
 

¿Cuándo?

Los cereales (con y sin gluten) se pueden introducir desde el inicio de la alimentación complementaria como prácticamente todo el resto de los alimentos (alrededor de los 6 meses). El retraso de la introducción del gluten no previene el riesgo de celiaquía ni intolerancias.

  • Con gluten: el gluten forma parte de semillas de algunos cereales, básicamente trigo y sus variantes (trigo duro, espelta, kamut…), cebada, centeno y sus híbridos (triticale). La avena originalmente no contiene gluten, aunque podría contenerlo por contaminación cruzada. Hace unos años se pensaba que introducir el gluten a una edad concreta podría prevenir en cierto modo el desarrollo de una enfermedad celiáca. También se decía que la LM durante su introducción protegía de esta enfermedad. Sin embargo ahora se sabe que ni la edad de introducción del gluten ni la lactancia materna pueden prevenir el desarrollo de una enfermedad celiaca en el niño genéticamente predispuesto. La recomendación actual es en cualquier momento entre los 4 y 12 meses. Retrasar el gluten no previene el riesgo de celiaquía ni intolerancias.  Iniciar con pequeñas cantidades, para ver tolerancia, e ir aumentando progresivamente. Mismas indicaciones si familiares celiacos. 
  • Sin gluten (arroz, maíz, mijo, sorgo, trigo sarraceno, quinoa, avena certificada sin gluten, amaranto…) 

A recordar, evitar tortitas y bebidas de arroz por su contenido en arsénico en menores de 6 años y las palomitas de maíz por su riesgo de atragantamiento. 

Cantidad de cereales

Ofrecer dentro de una dieta variada y equilibrada, priorizando frutas y verduras. Siguiendo el Plato de Alimentación Saludable de Harvard, los cereales y los tubérculos ocuparían un 25% del plato. 

Opciones para ofrecer cereales:

1º Cereales naturales, reales.

DE ELECCIÓN. Animar a consumir en formas naturales (los mismos que consumimos los adultos), sin alterar su composición: arroz, maíz, centeno, trigo, avena, cebada, quinoa, mijo, gofio… Preferiblemente integrales.

Beneficios              

  • Se acostumbran antes al sabor de los alimentos reales 
  • Beneficiosas para la microbiota del intestino
  • Más nutrientes
  • Absorción más lenta por la fibra y los picos de glucemia son más bajos

¿Cómo los ofrecemos?  Se pueden dar en trozos (BLW) y cuchara (papilla/aplastado). No se recomienda biberón. Se pueden cocinar con leche materna.  En imágenes tenéis unos cuantos ejemplos. 

2º Cereales comerciales/industriales “infantiles” :

En general, el consumo de estos alimentos especiales para bebés no son imprescindibles ni  necesarios en la alimentación infantil. 

  • Aunque ponga que se pueden dar desde los 4 meses, no hay beneficios de introducir la alimentación complementaria antes de los 6 meses. 
  • Algunos con azúcares añadidos o derivados
  • Aunque ponga “sin azúcares añadidos” por su proceso de preparación se suelen liberar azúcares libres (dextrinados o hidrolizados). Son tratados para “adaptarse al sistema digestivo del bebé” y que sean más fáciles de digerir. Los hidratos de carbono del cereal “se rompen” (mediante hidrólisis o dextrinación) y se hacen más pequeños. Los azúcares naturales pasan a convertirse en azúcares libres. No olvidemos que el aparato digestivo del bebé, a partir de los 6 meses,  está preparado para digerir cereales normales, no siendo necesario su hidrólisis.
  • Acostumbran al sabor dulce (y gustan más al bebé), favoreciendo la apetencia por este sabor dulce y contribuye al rechazo de otros alimentos menos dulces. Estamos acostumbrando mal el paladar a estos sabores en un proceso de “educación” del mismo.
  • No aportan beneficios que no se puedan aportar con una dieta saludable.
  • No meterlos en biberón: predisponen a obesidad y caries. Los alimentos que se toman en biberón permanecen más tiempo en la boca (y por tanto sus azúcares), favoreciendo el riesgo de caries. Además, si tienen azúcares libres (como ocurre en algunos cereales hidrolizados o zumos) aumentamos todavía más el riesgo cariogénico. Los bebés succionan por naturaleza para relajarse, pudiendo comer más de lo que necesitan de manera inconsciente, un aporte calórico que restará de la dieta otros alimentos más saludables (sobrealimentación y obesidad). Tampoco ayudarán a dormir, el sueño es algo evolutivo. Además, se recomienda ir retirando poco a poco es uso del biberón, e ir ofreciendo progresivamente el vaso. Tampoco cereales antes de dormir harán que duerman mejor (es un mito). Se deben ofrecer estos cereales en papilla o mediante BLW: Mejora la autonomía orofacial y habilidades, menor riesgo de caries.

En algunos cereales infantiles el contenido en vitaminas y minerales es interesante ya que algunos van enriquecidos con hierro (aunque su biodisponibilidad es muy variable). Sin embargo lo ideal es que provengan de una alimentación variada y equilibrada (rica en otras fuentes de hierro como cereales naturales, carnes, legumbres…). Podría ser una opción valorable en casos individuales (prematuros, bajo peso al nacimiento, déficit de hierro, hemorragias en el parto y recién nacido…), y en ese caso es función del pediatra valorar la necesidad de estos nutrientes, recomendándose individualmente aquellos cereales nutricionalmente más saludables. 

¿Qué cereales son más adecuados? Es cierto que hay algunas marcas que nutricionalmente son adecuados (conservan su estado natural, no tienen azúcares añadidos ni producidos) y además pueden estar fortificados con hierro. Aunque no son necesarios, si queréis dar cereales de caja os animo a leer antes la lista de ingredientes y  tabla nutricional en etiqueta:

  1. Que no estén dextrinados/hidrolizados
  2. Que el 80% sean de harinas INTEGRALES              
  3. Sin edulcorantes, azúcares añadidos ni sinónimos del azúcar (con maltodextrina, acabado en -osa (dextrosa, maltesa, sacarosa), jarabe de…, zumo/jugo de…. concentrado de…., miel, melaza de…, caña de… sirope..).
  4. Mirar contenido de azúcares libres en la tabla nutricional y elegir aquel que tenga menos azúcares. Que lleve de azúcar libre máximo 5 g/100 gr (idealmente menos del 2%, que están de forma natural en muchos cereales)
  5. También es interesante revisar el contenido de hierro (más de 7mg/100gr)